Con el respeto con que se ingresa a un templo;
con la cálida ternura con que se acaricia a un niño;
y con la cuidadosa delicadeza con que se cura una herida,
me acerco a ti, hermano,
que sufres por el dolor de la despedida.
No te mueras con tus muertos;
¡déjalos que vayan
como esa semilla
que se lleva el viento,
no por el capricho
de llevarla,
sino para sembrarla en algún lado,
aunque tú no sepas
dónde!"
Autor: René J. Trossero
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