Ayer por la tarde estábamos reunidas y distraidas hablando de temas triviales hasta que alguien de golpe nombro al Papa, y entonces encendimos la televísión.
Cuando lo hicimos nos quedamos todas petrificadas y en silencio, era Bergoglio el que estaba en la pantalla, era argentino el Papa electo.
Comenzamos a aplaudir, a reír y luego nos abrazamos en círculo y girábamos y saltábamos como niñas colmadas de alegría y emoción.
Dios ilumine a nuestro nuevo Papa, para la unión de todos los argentinos y para el bien del mundo entero.
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