Desde Mendel y Darwin en el siglo 19 a Watson y Crick en el 20, los científicos han demostrado que los cromosomas pasan de padre a hijo formando un mapa genético para el desarrollo. Pero los investigadores en los últimos años han llegado a darse cuenta de que los genes no son un programa fijo, predeterminado, simplemente heredado de una generación a la siguiente.
En su lugar, los genes pueden activar y desactivar las experiencias que reciben del medio ambiente.
Lo que comemos, la cantidad de estrés que experimentamos, y las toxinas a las que estamos expuestos, pueden alterar la herencia genética que transmitimos a nuestros hijos e incluso nietos.
En esta nueva ciencia de la "epigenética", los investigadores están estudiando cómo la naturaleza y los nutrientes pueden producir comportamientos, rasgos y enfermedades que los genes por sí solos no pueden explicar, como la orientación sexual, el autismo o el cáncer.
La dieta de una mujer durante el embarazo parece tener un gran impacto epigenético en su bebé. Las dietas prenatales que son bajas en ácido fólico, vitamina B-12, y otros nutrientes que contienen "grupos metilo" - un conjunto de moléculas que pueden provocar cambios epigenéticos - provocan un mayor riesgo de asma y defectos en el cerebro y la médula espinal en los niños.
El estrés también puede alterar los genes del feto.
Las mujeres embarazadas que fueron traumatizados en el World Trade Center el 11/9 eran mucho más propensas que otras mujeres a dar a luz a bebés que reaccionaron con niveles inusuales de miedo y estrés a los ruidos fuertes, a las personas desconocidas y a los nuevos alimentos.
¿Existe una relación entre la ciencia y el espíritu? en el siguiente video, el biólogo celular Dr. Bruce Lipton expone acerca de su investigación en el área de la conexión mente-cuerpo y el campo de la biología celular. Dice que ha descubierto que las personas tienen el poder de controlar la actividad de los genes y de todas las células de su cuerpo a través de sus pensamientos y creencias personales.